sábado, 2 de abril de 2011

Arráncame la locura para poder verte.

Analizaría las cosas que me han pasado durante el día, cogería las malas y las guardaría donde no las pudiera encontrar. Hablaría de ti, todo el tiempo hablaría de ti, incluso cuando ninguna imagen de mi persona recorriera tu cabeza. Te querría, aunque tú no supieras quién es esa chica de las All Star rojas que se sienta detrás tuya en el autobús. Me enamoraría todas los días de el chico que me sonríe y me dice "hola" todos los Martes cuando vuelvo a casa. Escribiría libros y libros sobre lo que la gente piensa de mi, de porqué me pinto las uñas, de porqué me pinto los ojos, de porqué me visto tan raro... Libros y libros. Dormiría hasta olvidarte, creo que esta parte es imposible dado que nunca me acuerdo de lo que sueño, pero sé que siempre sueño contigo. Gritaría tu nombre quinientas setenta y nueve veces más una. Espera, ¿qué es eso? He gritado tu nombre y algo me ha respondido. Mira: ¡Lucas! ¡Lucas! ¿Lo oyes? ¿No lo oyes? Otra vez viene el señor de la bata blanca, hoy me dice que no puedo analizar las cosas del día, que no puedo hablar de ti porque no estás aquí, no me puedo enamorar, ese chico no me puede saludar y no puedo escribir libros y libros. No sé cuanto tiempo llevo aquí, en esta sala blanca, he perdido la cuenta de los días, y sólo sé que no me dejan salir. Estoy loca, pero las mejores personas lo están.

viernes, 1 de abril de 2011

Cuando el mar se vuelve dulce y las lágrimas saladas.

Desaparecer era lo único que quería cuando sentí por primera vez esa sensación de soledad, de imperfección, de estar apartada de los demás. Él siempre intentaba alentarme diciéndome que no pasaba nada, que yo no era igual que las demás, yo no era una Barbie, era una chica de verdad, siempre con esa gorra morada tan graciosa con la que no se le veían los ojos. Le quería muchísimo, por encima de todo, era como un hermano mayor, como un ángel de la guarda. Le quería sobretodo cuando me decía "venga, ya, ya está, no pasa nada, canija, todo ha pasado, cuando sonríes eres una chica de la portada de ELLE", y yo le sonreía y me caía una lágrima que sabía salada. Acto seguido, sin que yo dijese nada, me abrazaba y me ponía su gorra. "Tú eres una chica fuerte, tonta, no llores por no haber conseguido que un momento fuese perfecto, contigo, todos son geniales."