sábado, 20 de septiembre de 2014

Cambios.

Es extraño. Es decir, vas por la calle, pasas de canción y te encuentras "Los mismos clavos" de Marea. Es una canción que, sinceramente, jamás me habría encontrado escuchándola. ¿Por qué? No es mi tipo de música. No es lo que tengo dentro. Dentro tengo furia, ganas, amor, entrañas, llanto, pero no a Marea. Seguramente es por él, ¿sabes? Bueno, por ti. Es donde yo te veo identificado. Estábamos en tu casa. Yo, tirada en el sillón. Tú, buscando canciones en internet.
-A ver, dime qué hay.
+Celia, lo de siempre. Dime ya de una vez qué canción pongo.
-No sé, Kevin, elige tú.
+No, paso, para que luego me digas que la quite...
-Jajaja, esta vez no haré eso. Prometido. Venga.
Siempre la misma discusión... Compartíamos gustos muy diferentes y yo nunca accedía a escuchar tu música. La verdad... Lo hacía para hacerte de rabiar. A ti te encantaba tocar y que yo cantase, pero nunca habíamos logrado coincidir en una canción.
Un día, sin que yo me enterara, metiste "Los mismos clavos" en mi móvil para que me saltara desprevenida en el aleatorio. Unas semanas después llegó la discusión, y decidiste que lo mejor era dejarlo donde estaba, y cada uno por su lado.
Nunca fuimos nada, pero lo éramos todo, ¿sabes? No éramos pareja, tampoco compañeros, ¿amigos? Tal vez... El caso es que siempre estábamos ahí el uno para el otro, y compartíamos una cercanía escalofriante. El problema (y tal vez el detonante) fue que yo empezara a sentir más, y me negara a contártelo... ¿Qué va a pensar de mí?, ¿se reirá?, ¿sentirá él lo mismo?... Miles de preguntas acribillaban mi cabeza, hasta que decidí enviarte un mensaje... "Kev, quedamos hoy, quiero hablar contigo". "Ok".
Y ahí estábamos. Tú también tenías que decirme algo, y ya que lo mío era largo, empezaste tú...
+Celia, eres la primera persona con la que quiero compartir esto... Tengo novia.
-Me alegro un montón, Kev.
Algo importante se rompió dentro de mí. Me desencajé. Dejé de funcionar.
+¿Qué querías decirme?
-Nada, una tontería. Déjalo.
Las cosas siguieron su curso normal: quedábamos, compartíamos secretos, risas, momentos, fiestas, y bailes. Música, viajes, curro... Todo, al fin y al cabo.
Supongo que fue ella la que te encomendó la misión de cortar por lo sano, y así fue. El dolor también estaba presente en tus ojos aquella tarde.
Y hoy, me encuentro en medio de la lluvia y el frío de Madrid escuchando tu maldita canción. Pensando en qué hacer para recuperarte, o en darlo todo por perdido... Es extraño.

-"Y cuando llores a escondidas porque no te abrazo..."-

No hay comentarios:

Publicar un comentario